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Hoy quiero

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No escribiré algo sobre tus labios o tu cabello o tus ojos como la mayoría de los escritos cursis que te he dedicado. Hoy quiero sentir tu respiración agitada; hoy no quiero usar tinta... Lo que quiero es usar mi boca y mis manos; quiero envolverme en la melodía que sale de tu ser.

Crónica: Un salto al olvido

¿A dónde van los sentimientos que se le tienen a una persona cuando ésta debe partir sin previo aviso? ¿En dónde se pueden guardar? ¿Existirá un baúl que contenga sentimientos estrenados, emociones consumidas por la mitad y otras tantas por sentir?  Suena el despertador y Joaquín se encuentra en medio de una habitación, de paredes de color almendra, que debido a la humedad su tono se ha ido deteriorando. Mira la mesa de noche en busca del portaretrato que contiene la fotografía de Regina, su amada, y deja escapar un suspiro. Se levanta y se dirige al baño, se moja las manos y las pasa por su rostro mientras se queda detallando sus ojos en el espejo. Mira el tamaño de los inquilinos canosos que conforman su barba, repite con tristeza el nombre de aquella mujer que tanto ha amado durante los últimos 30 años de su vida, va a la cocina en busca de café para acompañar el mismo periódico que ha leído desde hace tres semanas atrás.  Va hasta la página 10 para centrarse en el artículo sobr

Lamentable permanencia

Sigo esperando y no es al tren. Sigo en la avenida y no me fijo en los letreros de los autos que transitan en la congestionada calle. Sigo esperando aquel beso caliente que me diste aquella noche que moría de hipotermia porque no me cubrías con tus brazos. Sigo esperando el tono dulce con que me hablas cuando no tardo en verme contigo. Sigo esperando la oportunidad para que me recibas y entiendas que te doy todo de mí, aunque te parezca poco. Sigo esperando que me veas como yo te veo a ti.

Odalisca (Mujer de Argel)

Recuerdo el día de sol que lo vi pasar por primera vez. El clima estaba cálido y el río nos daba una pequeña brisa. Los pájaros cantaban mientras Eva y María sonreían para llamar la atención de aquel mortal, de aquel hombre que tenía una característica particular; decían que con sus manos hacía arte, creaba a partir de los detalles que su modelo relataba. Me generó curiosidad y decidí acercarme, extendí mi mano para presentarme pero él no me notó y me consideré poco agradable. Siguió su camino y yo observaba el modo en que pisaba las hojas secas que adornaban el lugar. Desconcertada regresé con Eva y María, las había abandonado por conocer a este sujeto. Más tarde, pase por la Casa de la Cultura y me fije en un aviso en el que se buscaban modelos para realizar desnudos. Ingresé y me enteré de que el mismo hombre que había ignorado mi saludo era el maestro encargado de la convocatoria. Me posicioné en frente de él y me presenté: -Hola, soy Ángel. La mujer que ignoraste en la tarde ce